Norzagaray: entre la política, libelos y la quiebra de Noroeste

El periodismo tradicional y de un solo “canal” ya no tiene cabida en la sociedad del siglo XXI. El periodismo tiene que caracterizarse por ser “mutante”, incluir en el debate lo que se escribe; debe de ser cambiante y adaptarse continuamente a la sociedad.

Las obligaciones del periodista como profesional individual es el de presentar la realidad de forma rigurosa y entendible para sus lectores o audiencias y no datos amañados o simples especulaciones.

Años atrás, Ernesto Hernández Norzagaray, emprendió, en confabulación con otros personajes, una cacería periodística contra el ex rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa y dirigente del Partido Sinaloense, Héctor Melesio Cuén Ojeda, usando una tribuna, Noroeste, propiedad de varios empresarios sinaloenses.

Esa “persecución” contra Cuén ha conducido al descrédito a Norzagaray y sus socios, y también, si se analiza, ha transportado a la quiebra moral, ética y económica al rotativo (periódico) por el uso faccioso de difamaciones y calumnias de uno de sus columnistas o “analistas” estrella.

El “trabajo” periodístico -cacería- ha llegado al nivel de la conspiración política. Escala la intención de generar daño, incluso familiar, alejado del análisis profundo; no le abona a la crítica con objetividad, sino le apuesta a la difamación. Nozagaray ha participado, entre otras, en las siguientes jugadas-complot-campañas contra Cuén Ojeda:

1.- Aliado a otros, muy bien identificados, le dio veracidad o tomó como “certificados”, los “documentos” fabricados para armar un expediente sobre un supuesto enriquecimiento inexplicable de Héctor Melesio Cuén Ojeda, acusación que fue puesta a disposición de una agencia del Ministerio Público (hoy Fiscalía). Norzagaray participó en la campaña de “linchamiento” público contra Cuén Ojeda, en sincronización con otros comunicadores. Las autoridades competentes absolvieron de todo delito al ex rector de la UAS. Con calificativos, con datos falsos, Norzagaray dedicó todos los domingos su columna de Noroeste a aportar su “granito” de arena a la desacreditación de Cuén. Cuando un periodista o un cuerpo de comunicadores de una empresa editorial desarrolla una campaña de esta naturaleza y no alcanza el estatus de verosímil, que es desmentida por un tribunal competente, la directiva, en estricto rigor ético, está obligada a despedirlo para proteger el derecho de la sociedad/lectores a ser informada con veracidad.

2.- Como parte activa, como jubilado interesado, Ernesto Hernández Norzagaray participó en una campaña para desaparecer/cancelar el Fideicomiso de la Jubilación Dinámica de la UAS, orientando la idea de la ilegalidad de aportaciones para el sostenimiento de tal fondo económico y difamando en el sentido de que los recursos estaban siendo destinados a otros fines. El plan de desaparecer el Fideicomiso funcionó. Ernesto Hernández culpó a Cuén de usar esos recursos en política y muchas veces difundió, semana a semana, que los recursos estaban “desaparecidos” o que se habían malversado. El Fideicomiso se disolvió. La UAS regresó los recursos a los aportantes. No habían desaparecido ni malgastados. Sólo falta regresar las aportaciones a los jubilados y trabajadores que empalmaron en una sola demanda la negativa de sus aportaciones con la reducción a 25 años laborables para recibir la jubilación. Ernesto Hernández Norzagaray fue parte de, interesado en, no un periodista o comentarista neutral en el tratamiento del caso del Fideicomiso. Difamó al publicitar que el dinero se había malversado. Por estos dos motivos, por no informar o “analiza” con imparcialidad, por haber mentido y por ser parte de, la directiva de Noroeste, en estricto rigor ético, estuvo obligada a despedirlo para proteger el derecho a la sociedad/lectores a ser informada con veracidad.

La desaparición del Fideicomiso impactó en la SHyCP y la SEP. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador le da un trato especial. Exige que las Universidades Públicas modifiquen sus sistemas de pensiones. En algunas universidades los jubilados reciben dos pensiones o dos prestaciones: la otorgada por el IMSS o el ISSSTE y la pagada por las instituciones educativas. El gobierno federal comenzó a negar recursos para cubrir esa doble jubilación y exige también a las Universidades crear Fideicomisos con los beneficiarios de la jubilación dinámica como aportantes. Norzagaray y quienes trabajaron en la línea de desaparecer el Fideicomiso le hicieron un daño a la UAS y pusieron en riesgo el otorgamiento de la prestación a 5 mil jubilados.

3.- En agosto del 2016, la opositora y crítica de Héctor Melesio Cuén Ojeda, la ex universitaria y ex diputada del PRD, Teresa Guerra Ochoa, denunció que se llevaron un “expediente” de su oficina, que lo robaron, dijo, datos y un audio que según ella comprometía a Cuén.  No se aportó más. Ningún dato contundente. Por lo “peliculesco” del hurto, de inmediato corrió la hipótesis del armado de un “cuatro” contra Cuén Ojeda. Las autoridades que abordaron la investigación no encontraron nada, ni una evidencia, ni una pista contra Cuén. Ernesto Hernández Norzagaray dedicó semana tras semana su columna en Noroeste para desacreditar a Cuén Ojeda y señalarlo como el autor “intelectual” del robo. La columna “crítica” de Norzagaray se enlazó a otros comentarios de otros personajes, que también se vieron involucrados en los dos primeros casos, lo del armado o fabricación del expediente falso sobre el enriquecimiento inexplicable y el del Fideicomiso. Por ética, por no ajustarse al rigor periodístico, al manejo honesto, no especulativo, de una información delicada, por haber mentido, la directiva de Noroeste, estuvo obligada a despedir a Norzagaray para proteger el derecho de la sociedad/lectores a ser informada con veracidad.

4.- Durante la pasada campaña por el Senado de la República, Norzagaray y sus “socios” inventaron que Cuén había grabado un video en el interior de la UAS, cuando en el propio film se ve afuera de la institución; se le fabricó el haber mandado “difamar” por Whatsapp, a una periodista, sincronizándose para llevar el caso a la organización Artículo 19 que se percató de que todo era parte de una jugada perversa para descalificar políticamente, en la competencia electoral, a Héctor Melesio Cuén, y favorecer a uno de los dueños de Noroeste, el candidato al Senado Manuel Clouthier del Rincón, y a otros participantes en la contienda. Al salir a relucir la verdad, por ética, la directiva de Noroeste, debería de haber despedido a Norzagaray y a quienes se prestaron a la asonada política.

Hay muchas pruebas más de la cacería periodística desatada contra Cuén Ojeda. Muchas. Decenas. Ninguna ha funcionado…

A Ernesto Hernández Norzagaray le incomodan otras voces en los espacios periodísticos y/o de comunicación porque le impiden a él y a sus “socios” dejar impresos como si fueran verdad sus mentiras e inventos, porque evitan que la sociedad digiera como único platillo lo que él y sus amigos “informan”, pues todos, la gente, tiene ahora un menú de donde escoger y otras opiniones para comparar y tomar decisiones.

Ernesto desacredita todo lo que no comulga con sus opiniones y el ejercicio periodístico digital ¿Por qué no pensar que el interés del periodismo por las redes sociales en vez de ser un defecto que evidencia la crisis del periodismo clásico es una evolución natural de un sector laboral en consonancia con su sociedad?

Una sociedad libre a la que se supone aspira lo mejor de la política debería intentar garantizar la libre expresión, de todos, no únicamente la de Norzagaray. Exacto, no se puede desfilar en la perversidad periodística ni tener un doble “discurso” en un asunto tan serio en un país considerado entre los más peligrosos para ejercer el periodismo.

El Papa Francisco afirmaba que la mentira, la calumnia, la difamación y el sensacionalismo son las cuatro tentaciones que los medios informativos sufren hoy en día y que vierten un panorama no muy alentador para una sociedad que necesita un enfoque honrado y objetivo de la actualidad que se genera para que los ciudadanos puedan formarse su propio juicio y actúen en consecuencia.

Menos mal, contra la oposición de Ernesto Hernández Norzagaray, que están apareciendo por ahí plataformas informativas “on line” que están insuflando aire fresco al ambiente informativo general aportando datos, opiniones y contraste de pareceres.

Por ética Ernesto Hernández Norzagaray debe ser llamado por la directiva de su periódico para que explique el origen de los recursos con los que adquirió seis residencias en el puerto de Mazatlán. Manuel Clouthier del Rincón, fundador de Noroeste, ya lo hubiera puesto de patitas en la calle, por esta tendencia “informativa” a amasar propiedades.

“Periodistas” como Norzagaray son culpables de la quiebra de Noroeste, que está en el umbral de tomar dos caminos: pasar por el proceso de quiebra, oxigenarse económicamente, reinventarse, desarrollarse, recobrar su credibilidad, o seguir trabajando con “comunicadores” de la naturaleza como la de Norzagaray que solo conducen al descrédito periodístico.

Otro camino es la venta de Noroeste, en donde, para los nuevos dueños de la casa editorial, sería nefasta la presencia de Norzagaray si se quiere ofrecer un periodismo de avanzada, sin ataduras a intereses mezquinos.