Culiacán: la criminalización de los influencer

Álvaro Aragón Ayala

¿Los influencer prohíjan o no la violencia? ¿Las voces ciudadanas que exigen por las redes digitales acciones para que regrese la tranquilidad, nutren o no los enfrentamientos entre los grupos de civiles armados? Vaya, la estulticia tomó carta de naturalización en el Congreso Local. El diputado Feliciano Castro Meléndrez, arlequín de la tercera edad, demostró hoy su desinterés por las víctimas de la escalada mortal, fúnebre, que registra Culiacán, Navolato, Eldorado y Elota. A la mitad del foro legislativo, el mimo olvidó a las decenas de muertos, a más de 100 desaparecidos, a las personas despojadas de sus vehículos, y criminalizó a los “fantasmas” de la violencia y a los Influencer.

Sí, hoy 24 de septiembre, les fue muy mal a los espectros políticos, no tan mal como a las familias de Culiacán y de los municipios circunvecinos, y les fue pésimo a las celebridades del internet, al influyente o influenciador, contra los que arremetió Feliciano Castro en el discurso que pronunció, como presidente de la Junta de Coordinación Política, en la sesión solemne de entrega del Premio al Mérito Juvenil 2024 a cinco muchachos. Le otorgó al retrato digitalizado de Sinaloa connotaciones de “campaña política” contra el gobierno morenista que lo amamanta. “Es inaceptable la mentira”, dijo el diputado mentiroso al calificar a la vox populi digitalizada de promover “la difamación montada con propósitos políticamente perversos”.

En su discurso, fiel a su espejo diario, Feliciano Castro orientó el odio y la satanización contra los criticones del gobierno, pretendiendo inyectar en la memoria social la idea de que el horror de la guerra narca no es alarmante, sino un tanto ficción digital y un tanto acciones conspirativas de fuerzas políticas, a las que trató de invisibilizar y atomizar durante tres años de ejercicio legislativo, y que ahora, por la coyuntura, les concede “fuerza” y una dinámica informativa en redes y medios que descomponen, según él, la estrategia de seguridad contra el crimen. El hilo del diputado trasvesti va en el sentido de que los Influencer atentan contra la sociedad con la alarma digital perturbadora de la violencia generalizada.

Los Influencer, pues, desde la óptica meditabunda de Feliciano, “contaminan”, construyen otro Sinaloa con “mentiras” que no complace los caprichos de quienes pretenden proyectar la imagen de un Culiacán en donde no pasa nada o sí pasa, pero “son incidentes menores”. En los apuros por la higienización de la imagen del gobierno estatal de la 4T, para Feliciano aquellos que se expresan en las redes sociales no incurren en errores de interpretación de los sucesos que cobran vidas, sino que son parte de la maledicencia de los confabulados que le apuestan a que reine la tortura y los asesinatos. Nada más le faltó, pues, señalar que los Influencer portan chalecos antibalas, pistolas y fusiles AK-47.

“Es inaceptable que ciertas fuerzas políticas estén aprovechando las circunstancias para montarse a la ola de oscuridad y miedo y así buscar acarrear agua a su molino, a costa de la gente buena y de trabajo. Ningún Influencer alquilado por estas malsanas personas es superior a la gente dispuesta a hacer de la verdad la mejor forma de procurar la seguridad y la paz. Sólo una sinrazón lo explica: sus intereses oscuros, ajenos a la gente buena y de trabajo. Están desplegando una campaña política de mentiras y difamación en contra del gobierno, aprovechándose de la situación vulnerable y de zozobra que viven los ciudadanos”, expresó en su pantomima el legislador.

No exigió Feliciano, jamás, en su monserga, el regreso a la paz, porque, dijo, “no tengo duda, están haciendo lo que corresponde (el gobierno). Lo digo claro: mi reconocimiento a sus iniciativas y estrategias”. No condenó a los grupos delictivos que mantienen secuestrado, en sus hogares, a miles de familias sinaloenses. No mandó condolencias a las víctimas directas o colaterales de los enfrentamientos. No alzó la voz para exigir el regreso, vivos, de cuando menos 100 desaparecidos. Si, en efecto, dijo que “están aprovechando las circunstancias para montarse a la ola de oscuridad y miedo y así buscar acarrear agua a su molino”. De ese molino agarra agua el propio diputado.

La criminalización de los Influencer y de generalizada vox populi digitalizada ¿le alcanzará para que el gobernador Rubén Rocha Moya lo designe secretario general de Gobierno?