Necesaria mayor inversión física en educación para un regreso a clases seguro

Belén Saldívar

Para que los alumnos en México logren tener un regreso a clases de manera segura, en medio de la pandemia del Covid-19 la cual no hay una fecha estimada de culminación, es necesario destinar mayores recursos al gasto de infraestructura de salud, indicó el Grupo de Trabajo para la Transición Hacendaria de la Cámara de Diputados.

Durante una reunión virtual para hablar sobre las necesidades de gasto en esta materia, Alejandra Macías, del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), comentó que el gasto en infraestructura ha caído en el último año, algo que no puede seguir para mandar a la población estudiantil de nuevo a las aulas con todas las medidas de higiene.

Por ejemplo, indicó que en el CIEP identificaron que en el país existen 62,000 escuelas de educación básica que no cuentan con lavamanos y, proporcionarlas con ellos, costaría alrededor de 10,000 millones de pesos.

De acuerdo con los datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), de enero a junio de este año el gobierno destinó 7,885 millones de pesos a la inversión física en educación, lo que representó una caída de 9.0% anual respecto a los 8,254 millones de pesos del 2020.

Respecto al monto total de inversión física que ejerció el gobierno al primer trimestre de este año, la destinada a la educación representó apenas 2.5% de todos los recursos.

Alfonso Ramírez Cuellar, quien preside el Grupo de Trabajo, destacó que con la pandemia del Covid-19, que llegó a finales de febrero del 2020 y que mandó a confinamiento a los mexicanos, se han identificado e intensificado carencias en el tema de la educación.

“Estamos pensando que ya la próxima semana entreguemos el documento final –de los requerimientos de gasto y los análisis– a la Junta de Coordinación Política de Diputados para que sirva de base en las exigencias presupuestales del próximo año y en los cambios institucionales y de políticas públicas que se tengan que realizar”, agregó.

Publicado en El Economista