La sucesión democrática en la Universidad

La Universidad Autónoma de Sinaloa debe conservar el mecanismo para el nombramiento de Rector y de sus directores de preparatorias, escuelas y facultades por su alto espíritu democrático, pero además debe fortalecer sistema jurídico universitario democrático para impedir la injerencia de personas externas en su vida interna. 

El proceso electoral sinaloense coincidió con la sucesión de Rector de la máxima casa de estudios y este evento estuvo a punto de ser rutinario si no fuera porque en esta institución de educación superior, donde coinciden más 150 mil estudiantes, académicos y administrativos, un grupúsculo de 5 jubilados que respaldan la candidatura del priista Mario Zamora Gastélum pretendieron romper el proceso de elección y poner a la venta electoral a la Universidad, desde afuera, a la alianza PRI-PAN-PRD. 

Esos jubilados de tristes y negros recuerdos porque como universitarios en activo siempre quisieron tener a sus pies a los Rectores y a los directores de diferentes escuelas, perpetraron una fallida asonada y se hicieron pasar como trabajadores en activo, académicos e investigadores, con el propósito de hacer ruido para desprestigiar a la UAS y quedar bien con Zamora Gastélum, quien ha dado sobradas muestras de ser enemigo de la Educación Superior Pública. 

Para fortuna de la UAS y los universitarios, la elección se llevó a cabo en paz, con tranquilidad: el resultado favoreció a Jesús Madueña Molina, quien, dada su trayectoria y experiencia, sabrá darle impulso a la academia, la ciencia, la tecnología. En concreto: continuará fortaleciendo a la Universidad Ciencia, a la universidad del conocimiento. 

El espectáculo que montaron los cinco jubilados fue grotesco, ridículo y ofensivo para los universitarios en activo, porque lanzaron acusaciones sin ton ni son intentando partidizar la elección del Rector y porque en sus denuestos revelaron que no conocen la nueva universidad y su proceso de desarrollo y el despegue científico y tecnológico que ha registrado en los últimos años. 

Ana Luz Ruelas Monjardín, Arturo Santamaría Gómez, Carlos Karam Quiñonez, María Teresa Guerra Ochoa, Elio Millán y Ernesto Hernández Norzagaray, jubilados postrados ante el proyecto político electoral del PRI o del PAN, quedaron pegados a la vieja universidad, a la del desmadre y la de la anti-academia, y esa visión desparraman, ajenos a la Universidad Ciencia que han forjado con mucho esfuerzo universitarios puros que en 15 años han logrado sacar a la Casa Rosalina del desastre en que la tenían sumida personajes con el perejil de esos cinco jubilados que ahora se han montado en un  proyecto AntiUAS y anti Universidades Públicas Estatales. 

En cualquier Universidad Pública la injerencia de grupos externos a la vida interna las casas de estudio (ver artículo La Jubilocracia Universitaria y los grilletes de los perversos), trastoca sus planes de desarrollo institucional y su quehacer académico. La autonomía protege a las Universidades contra “grillos electoreros” y contra gobiernos estatales que intentan normar la vida institucional con agendas de dominio sexenal al santo y seña del carácter personal y los intereses políticos de esos grupos externos.  

¿Se imaginan los universitarios en activo una Universidad Pública controlada por sus jubilados? ¿En qué estado de desorden caería la Universidad Autónoma de Sinaloa si se dejara mangonear por sus empleados retirados o si sus autoridades estuvieran obligadas a aceptar las opiniones, por más estúpidas que fueran, de quienes no son trabajadores en activo?   

En ninguna Universidad del mundo los jubilados ponen Rectores ni marcan las agendas de las instituciones educativas en las que prestaron sus servicios. En ninguna.      

Si esa es una verdad: ¿Qué intereses motivaba los “periodistas” que sabiendo que los jubilados jubilados son y no tienen ningún derecho a participar en la vida interna o activa de la UAS difunden sus mentiras como si se tratara de verdades plenas?  

En la mayoría de los medios de comunicación, la principal “fuente” de los comentarios, artículos y aparentes “análisis” en contra de la UAS, son cinco jubilados que nunca en su vida activa destacaron por su sapiencia y que ahora, en su senilidad, caprichos y “tendencias” propias de la tercera edad, propagan opiniones catastróficas sobre la máxima casa de estudios: no cambian su chip cerebral, adheridos a viejos pensamiento, impulsos o imágenes que les provocan una ansiedad significativa.   

¿Por qué nadie de los escribanos se percata que la Universidad Autónoma de Sinaloa es acosada, de años atrás a la fecha, por un grupúsculo de ex empleados que pretender imponer su ley: la Jubilocracia Universitaria?   

¿Es insuficiente la inteligencia de los «analistas» como para no darse cuenta que un grupillo de jubilados quiso meterse al proceso de selección de Rector y ejercen presión mediática para marcar la agenda universitaria y que, violando la autonomía, procura secuestrar la Casa Rosalina?   

En la UAS los universitarios rechazamos la jubilocracia, no comulgamos con la idea de un gobierno de jubilados y del exterior, y deseamos continuar con el firme proyecto de darle continuidad al rescate de los valores, de fortalecer lo académico, promover la libertad de pensamiento, y de liberarla, sí, pero de quienes, desde afuera, del exterior, procurar imponer la agenda de la institución colocándoles grilletes perversos por medio de difamaciones y calumnias.