Universidad de Buenos Aires estrena asignatura antirracista

Los abogados argentinos Alí Delgado y Patricia Gomes, cuyos abuelos migraron desde Cabo Verde, serán los docentes de esta cursada histórica.

Este 12 de marzo la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA) dará un paso histórico para la academia local y estrenará su primera materia antirracista dictada por profesores que son afrodescendientes y argentinos, con la intención de formar abogados con mayor conciencia social. 

La asignatura optativa, llamada ‘Derechos de las comunidades negras en Argentina desde una perspectiva afro’, fue propuesta por dos letrados graduados de esa casa de estudio, y en pocos días los cupos de inscripciones colapsaron. De hecho, el interés por cursar es tan grande que también se anotaron graduados de otras universidades, que nunca antes habían recibido esta clase de contenidos. 

Los titulares de esta iniciativa, Alí Delgado y Patricia Gomes, son nietos de migrantes de Cabo Verde. Durante sus tiempos de alumnos en esta prestigiosa casa de estudios, jamás les indicaron analizar textos de autores negros y todos sus docentes fueron blancos. Entre sus compañeros, casi no había aprendices afrodescendientes, en una clara muestra de lo difícil que es acceder a la universidad para estos colectivos, incluso siendo pública y gratuita.

«La academia fue reproductora de los discursos dominantes»

«El racismo es algo plenamente estructural y tiene su reflejo en las instituciones», comenta Delgado. Por eso, ambos empezaron a «plantear la necesidad de que la facultad tuviera una perspectiva antirracista». Esto, con la intención de que los futuros letrados operen con una visión más inclusiva: «Si no tienen perspectivas más que la blanca y europea, van a reproducir el racismo», subraya el abogado. 

«La academia, como institución, siempre fue productora y reproductora de los discursos dominantes y hegemónicos. También de la idea de una Argentina fenotípicamente blanca y culturalmente europea», acota Gomes. Para la entrevistada, quien se desempeña como asesora en la Secretaría de Políticas de Igualdad y Diversidad, la universidad sostuvo «un rol central en la legitimación de discursos racistas, que tuvieron como consecuencia la invisibilización de las comunidades afroargentinas».  

Al respecto, Patricia subraya que «el derecho no fue ajeno». Y añade: «Las leyes y la propia Constitución Nacional, que aún hoy tiene artículos racistas, se erigieron en un sustento jurídico de proyectos civilizatorios. Como si los europeos trajeran en sus genes el desarrollo y el progreso del país». 

Con esta premisa general, el alumnado estudiará los feminismos negros, legislación nacional e internacional sobre los afrodescendientes, violencia institucional y religiosidad afro, además de los conceptos de «raza y racismo». Así, «esta materia viene a desarmar mitos construidos, muy bien instalados en el imaginario popular», cuenta la argentina. «Queremos deconstruir estas ideas, desde nuestra propia perspectiva afro. Somos nosotres mismes quienes impartimos nuestro conocimiento», remarca la docente.

Si bien es cierto que ya hubo otros grupos que trataron la temática, es la primera vez que los maestros a cargo son afrodescendientes: «Hay cursos, pero siempre compuestos por personas blancas. Nosotres somos el objeto de estudio, pero nunca somos los sujetos activos. Ahora invertimos los roles», enfatiza. Por eso, «es una materia 100 % negra», que contará con la participación de otros miembros de la comunidad afro, especializados en diversas temáticas, indica RT. 

Ser afrodescendiente en Argentina no es fácil. Las personas negras no están representadas en los medios de comunicación, la clase política ni tampoco en los cargos jerárquicos de las empresas. En lo cotidiano, los momentos incómodos están presentes todo el tiempo: «Padezco el racismo desde que me levanto hasta que me acuesto, todos los días de mi vida», relata Alí. 

Sobre ello, menciona las situaciones desagradables más comunes: «Que no te dejen entrar a bailar a un boliche. O la señora que se agarra la cartera en el colectivo. Y otras cuestiones más imperceptibles al ojo, que se naturalizan para poder vivir. Si no, es imposible transitar una vida».

Esto, sumado a la extranjerización, y a insultos habituales como «negro de mierda, volvete a tu país», repasa. Es que, poner en duda la nacionalidad de alguien, solo por el color de piel, es algo que afecta seriamente a las comunidades: «Soy tan argentino como cualquiera en el territorio nacional, pero al final soy una persona que no tiene patria. Todo el tiempo están preguntándome de dónde soy», expresa Delgado. 

Otros, están en situaciones mucho más dramáticas: «Migrantes, de la década de los 90, no pueden alquilar, se les dificulta conseguir trabajo, les niegan el derecho a la salud pública y a veces no los quieren ni tocar. Es una cuestión muy grave, y se repite en la Justicia. Para quien no tiene medios, no funciona. Está hecha para los poderosos, y los migrantes negros, no lo son».

Entre las cosas que más molestan, agrega Alí, se destaca la negación de su propia existencia: «Muchas veces me dicen en la cara que los negros no están en Argentina». En 2010, el Índice Nacional de Estadística y Censos (INDEC) estimó que el 4,5 % de la población era afrodescendiente, aunque la cifra pudo haber cambiado si se consideran los últimos flujos migratorios. Algunas organizaciones no gubernamentales calculan que hoy son entre 2 y 3 millones de personas, pero no se tienen datos precisos actualizados. 

«Partieron desde un casillero atrás»

En este territorio sudamericano, la esclavitud del pasado —abolida en 1853— se ve reflejada en las desigualdades del presente. «Los afrodescendientes partieron desde un casillero tan atrás, que es difícil avanzar. No hubo ningún tipo de reparación histórica por las personas esclavizadas. Es muy difícil acceder al goce de derechos así», opina el profesor.  

Patrica agrega: «Cuando hacemos referencia a que los argentinos venimos de los barcos, solo hacemos referencia a los barcos llenos de europeos, y no de los barcos que venían repletos de africanos y africanas en condición de esclavitud». También acota: «Hay que hacernos cargo de ese pasado, pero no para echar culpas. No decimos que los blancos de hoy son responsables de la esclavitud, pero son beneficiarios de las consecuencias. Eso generó privilegios que muchos disfrutan hasta el día de hoy. Y queremos generar conciencia, para cambiar el orden de las cosas». 

En este contexto de inequidad, Gomes y Delgado conforman varias agrupaciones que colaboran con las comunidades e incluso las asesoran en temas jurídicos, ante la falta de acceso al Poder Judicial y la desinformación que reina entre muchos afroargentinos: «Nuestra comunidad está relegada. Identificamos en un relevamiento de mujeres y personas de la diversidad sexual afrodescendiente, que más del 60 % había sido víctima de violencia. De allí, más del 30 % no sabía dónde ir a denunciar», alerta Patricia. 

Por otro lado, ambos profesores son los primeros de sus entornos en acceder a la universidad. Esto sucede a pesar de que «existe una comunidad afroargentina que tiene acá siete, ocho o nueve generaciones», destaca la experta. Y subraya: «Si hablamos de ser argentino, no hay nadie más argentino que estas familias, que están acá desde hace siglos».

Por el Imparcial