Arturo Santamaría: de la “izquierda” a la Casa del Autista de Mazatán y a la fayuca universitaria

Vade retro: blasfemos, fayuqueros, mentirosos, ladrones de “cuello intelectual”, redoblaron sus esfuerzos, con una furia destructiva indescriptible, en alianza con quienes, de manera individual, sin el consenso de la comunidad universitaria, intentar “reventar” la estabilidad y la autonomía de la Universidad Autónoma de Sinaloa para entregarla al mejor postor.

Los falsos profetas de la verdad, con antecedentes universitarios obscuros, fabrican falsos escenarios para aparecer como “reformadores”, engañando a unos cuantos, a los que no analizan, a quienes no conocen su pasado ni el pretérito del caos de la universidad.   

Sin estatura moral ni ética, ocultan el pasado en el que doblegaron a fuerza de ataques periodísticos varias gestiones Rectorales, amamantándose del viejo contexto del caos y la anarquía, mostrándose ante la comunidad universitaria y la sociedad sinaloense como “críticos” sin sotana, como si fueran modelo o ejemplo de rectitud que hay que seguir.

Con las pruebas al canto. Con el interés de desnudar a quienes intentan destruir a la UAS, van algunas referencias objetivas, de uno de ellos, el fayuquero Arturo Santamaría Gómez – también novelista de ficción y promotor de la narcocultura- y su paso por la Universidad Autónoma de Sinaloa:

  1. Invitado por Lauro Trujillo, profesor de la entonces llamada Escuela de Ciencias Sociales de Mazatlán, sin respetar el procedimiento del Contrato Colectivo de Trabajo y sin ningún examen, ingresó a laborar como profesor en la UAS en septiembre de 1982, recién egresado de la licenciatura en sociología de la Facultad de Ciencias Sociales y Políticas de la UNAM, cubriendo el único requisito: militar en la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR), que fue una organización política cercana al Partido Mexicano de los Trabajadores.
  2. Poco tiempo después, para fortuna de Santamaría, llegó a la rectoría de la UAS Audómar Ahumada Quintero (1985-1989), secretario general del Partido Comunista Mexicano, quien hace mancuerna con José Guadalupe Meza Mendoza, del Partido Mexicano de los Trabajadores. Arturo Santamaría de inmediato obtiene el Tiempo Completo violentando, de nueva cuenta y flagrantemente, los derechos laborales y perfiles académicos de profesores con mayor nivel de estudios.
  3. Una vez que obtiene el Tiempo Completo, la UAS le otorga una licencia con goce de sueldo para realizar estudios de maestría, lo cual es el inicio de un permanente abandono laboral y la escalada de un conjunto de beneficios personales que lo hacen subir progresivamente de categoría laboral hasta llegar a la más alta.
  4. En el período 1988-1990, producto de una elección populista festejada con una borrachera en su casa de la colonia “López Mateos”, ocupa el cargo de director de la Escuela de Ciencias Sociales; durante todo su período, Santamaría exhibe absoluta irresponsabilidad en el desempeño del cargo, ya que quien asumió realmente la gestión fue el secretario académico a cargo de Enrique Vega Ayala. La constante fue la irresponsabilidad donde muy escasamente se le veía en la escuela; eso sí, aprovechó del presupuesto universitario para hacer viajes internacionales personales y familiares; y todavía más, haciendo negocios con universidades estadounidenses, especialmente de California, trajo toneladas de «equipos chatarra» para los laboratorios de comunicación y las oficinas administrativas; también adquirió para su comercialización ropa usada deteriorada e impregnada de malos olores, tal como lo constató la comunidad académica de la escuela, ganándose el mote de Arturo EL Fayuquero, pues llegó al extremo de vender algunas de las porquerías de lo importado a los alumnos y alumnas que fueron engañados.
  5. Después de su período como director, abandonó la escuela con prolongadas licencias con goce de sueldo para concluir estudios de posgrado, años sabáticos, congresos, etc., En esos años, como directivo de la Casa del Autista en Mazatlán, intentó apropiarse del inmueble y de la institución, lo que provocó la reacción de los padres de familia que lo expulsó de la asociación acusándolo de intento de despojo de una propiedad que no le correspondía.
  6. En la rectoría de Gómer Monárrez González (2001-2005), que tuvo como antecedente su militancia política con el Partido Mexicano de los Trabajadores y que hoy desfila al son de los tambores del PRI, Arturo Santamaría aprovechó constituyéndose en “asesor informal”, continuando con la senda de beneficios personales y familiares del presupuesto universitario.
  7. En la rectoría de Héctor Melesio Cuén Ojeda (2005-2009), arrancó un proceso de mejora continua de la calidad, para lo cual fue necesario superar el control de la UAS de los grupos políticos tradicionales que tenían sumida a la casa rosalina en el descrédito académico y en la mayor crisis de confianza y gobernabilidad, anarquía de la que se beneficiaba el grupo de “los exquisitos” – Santamaría, Ernesto Hernández Norzagaray, Guillermo Ibarra Escobar, Ana Luz Ruelas…
  8. En el período 2010-2013, Santamaría como jubilado sexagenario obtuvo de la UAS la jubilación dinámica, el salario completo como si fuera trabajador en activo. Ya a sus setenta años de edad, a esa cantidad de dinero se le suma su pensión del IMSS, más un tercer ingreso económico derivado de su ingreso inmediato a la nómina de la Universidad Tecnológica de Escuinapa, del Gobierno del Estado de Sinaloa, donde presume su adscripción laboral.
  9. A partir del 2005, Santamaría, que se especializó en la novela ficción, en el narcocuento, localizó una nueva manera de vender su “pluma intelectual” en ciertos medios masivos atacando a la UAS y tratando temas sin el más mínimo respeto a otras disciplinas, así sean de su absoluta ignorancia, como ahora lo hace con temas de gastronomía. Eso sí, buscando ampliar su cartera de clientes queriendo engañar al sector empresarial, especialmente ligado a la hotelería y al ramo restaurantero.

Sin poder ya hacer negocios en la UAS, sin ser considerado un “intelectual influyente” por su pasado vergonzoso al interior y exterior de la institución (caso de intento de despojo de la Casa del Autista de Mazatlán), Aturo Santamaría siembra el odio y cultiva la desorientación en la máxima casa de estudios, aprovechando sus tribunas como un arma de destrucción masiva contra la institución rosalina. El lenguaje del odio de Santamaria juega en contra de la libertad, construye mentiras, provoca miedo y estereotipos,

Santamaria se mueve en la tesis del carnicero nazi Adolfo Hitler, participando en la construcción de plataforma mediática de odio, para generar coyunturas a fin de que sus amigos, el cártel de los jubilados, proceda a exterminar a la Universidad.

Es una estrategia que consiste en sembrar primero el odio y la confrontación en la Universidad, para después convertirse en juez de quiénes son los buenos y los malos, de quiénes merecen reconocimiento público, a quiénes deben expulsar o dejar en paz, de quiénes deben sufrir escarnio público o protegerlos; ellos, “los exquistos”, tipos como Santamaría, quien cree que se olvidó su paso por la izquierda mocha, por la Casa del Autista de Mazatlán y por la fayuca universitaria, serían los jueces máximos para decidir quiénes son culpables y quiénes inocentes.