La crítica fortalece, el autohalago enferma

He estado en muchas reuniones, encuentros, con amigos y con gente con la que practico el disenso. He acudido a fiestas de cumpleaños, muchas, a pachangas alegres y multicolores desde el punto de vista político.

Ahí han estado políticos que hoy se encuentran en la banca y otros muy activos desde las distintas trincheras de gobierno y partidarias. Personas del mundo intelectual, de las letras, de la academia y las artes.

En ellas no ha sido invitado jamás Ernesto Hernández Norzagaray. “No lo toleramos”, argumentan los anfitriones. “Siempre cree tener la razón. Censura no critica. La crítica fortalece, eso es bueno, pero el recurre al autohalago, como forma de hacerse sentir y presumir que pasó por enfrente de la Soborna de París”, dicen.

Lea: La derrota cultural y académica de Norzagaray

Cuando se aborda el tema de la educación superior, saltan de inmediato las interrogantes sobre la Universidad-Partido, aquella UAS-PCM, UAS-PSUM y UAS-PRD, sumida siempre en el desorden y en las grillas para elegir autoridades.

Cuando se justifica y se divulga que la UAS de la “izquierda” fue un caos y hay personajes como Norzagaray  que pretenden regresarla al pasado, saltan y vuelan los plumíferos oficiosos, que probablemente están en la nómina de “agitadores” profesionales, grupos de enemigos de la UAS o en las del PRI o tal vez abrevando de algún político de Morena. O tal vez estén en la nómina de todos.

La Universidad Modelo, la de excelencia académica, la de estabilidad incomoda a Norzagaray y sus patrocinadores. Por esa razón promueve la agitación y en sus supuestos análisis o artículos de opinión manda la lectura de que le  apuesta a la UAS-Anarquía.  

Supe que a Ernesto Hernández Norzagaray alguien le había dicho acertadamente: “Si te sientas con tus críticos pueden suceder dos cosas: Que al crítico lo persuadas y matice sus puntos de vista, o que confirme su visión sobre tu actuación pública”. Pero no. Jamás lo hará: Norzagaray se cree dueño de la verdad y sus intereses están con la llamada “corriente desestabilizadora» externa del alma mater. 

En diálogos, en los encuentros con amigos, ha brotado la pregunta: “Pero  ustedes le van a decir a Norzagaray que deje de difamar a la UAS, y eso nunca”. Si, nunca lo hará, salvo que se le regresen sus privilegios y se le recontrate, para que perciba tres ingresos: la de su jubilación dinámica que le otorga la UAS, que consiste en la entrega del salario completo como si trabajara; la pensión-jubilación del IMSS y salario como académico “en activo” si es que se accede a sus pretensiones.

Ah. Después, si la UAS cede ante las críticas de Norzagaray, va a querer que se le subsidie sus viajes al extranjero para dictar “conferencias” o que se le beque, si, que se le entregue una beca para ir a estudiar “otros” doctorados al extranjero, que para lo único que le han servido es para presumir de intelectual. El autohalago enferma ¡sí señor!

Ernesto Hernández Nozagaray nunca dejará de censurar el crecimiento de la UAS porque carece de principios y de una real pertenencia y no le apuesta la Universidad sin más límites que el  del conocimiento y la libertad. No. Él quiere volver a probar las mieles de las prebendas: cobrar sin dar clases y viajar con todos los gastos pagados por la Universidad.

Sin embargo, la ética, que es estratégica, la atraviesan otros niveles de decisiones que pueden ser liberalizadas paulatinamente sin perder el control, sin insultar a quienes no piensen igual. A Norzagaray le falta aprender de la dialéctica liberalización-democratización de los sistemas políticos autoritarios. Socializar la toma de decisiones y de esa forma ir transformando la Universidad sin sobresaltos, sin dar pasos hacia atrás.

Está en puerta la revisión de las iniciativas para la reforma de la Ley Orgánica de la UAS y hasta donde sabemos hay tres proyectos que pretenden regresar a la Universidad al estado del caos y a la manipulación de alumnos, maestros y administrativos. Retornarlos a las borracheras, carnes asadas y el canje de voto por calificaciones para elegir autoridades universitarias. Ese será el insumo principal de discusión en el Congreso del Estado: decidirse por el respeto a la autonomía universitaria o bien regresarla al estado de barbarie política-electoral, al estado de incertidumbre permanente.

Bajo una visión ecuánime, bajo la tesis de que la crítica fortalece, Norzagaray y la camarilla que lo patrocina, podrían hacer su contribución, eso se llamaría talento y sentido de congruencia, cualidades de las que no han podido presumir.

Es importante que se escuche la voz de los universitarios, que “externos” y grupos políticos saquen sus manos de las decisiones y dejen tomarlas a los universitarios en activo. En las reuniones que hemos sostenido se habla sobre la nueva “naturaleza” de la “izquierda” que anda “inflada” porque hay muchos diputados de Morena en el Congreso, como si los legisladores fueran sus aliados; de ser así no sorprendería una asonada desde las entrañas del Poder Legislativo. Si esto sucede que no espante la reacción y el reclamo legítimo de los universitarios, la movilización y la manifestación. La Ley de Newton precisa que “a toda acción corresponde una reacción”.   

Los universitarios no son uno ni dos, son miles, miles los que estudian con tranquilidad. Cualquier reforma o modificación a la Ley Orgánica de la UAS impactaría negativamente en 116 mil almas universitarias. Toda transformación implicaría una restructuración administrativa-financiera, que ajustándose a la austeridad del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, constituiría en primer lugar quitar de un “plumazo” la jubilación dinámica a 5 mil ex trabajadores universitarios.

Ya se le quitaron Norzagaray y otros agitadores a los trabajadores de nuevo ingreso al promover la no aportación económica a  un fideicomiso que daba soporte al pago de la prestación sin provocar sobresaltos financieros a Universidad. 

Para que se entienda: La jubilación dinámica es considerada, en el proceso de la Cuarta Transformación, una doble jubilación, una prestación no reconocida por la SEP ni la SHyCP. En el pago de este beneficio-conquista laboral la UAS destina entre mil 500 y mil 700 millones de pesos, que el gobierno federal ya no quiere aportar.  

Los enemigos de la UAS  “movilizan” a estudiantes anónimos, fabrican falsas denuncias y usan trolls y bots y  “medios digitales” buscando crear una falsa imagen de la Universidad para intentar  “incendiar” las redes sociales con denostaciones contra quienes defiendan a la UAS y su autonomía.

Viene la confrontación prefabricada por quienes creen que es momento de crear la Universidad-Anarquía ¿Qué más gana Norzagaray inventando entuertos, tratando de impedir, desde su cómodo escritorio, el rechazo de miles de profesores de asignatura y trabajadores administrativos a que exígan respeto a la autonomía universitaria?

Norzagaray perdió la dignidad como persona si es que una vez la tuvo, cuando critica por criticar y creer que tiene la verdad absoluta. Si sabe utilizado por quienes pretenden “reventar» a la UAS pero no le entran razones. Quienes están atrás de él no son gente derecha sino miembros de un enclave de poder que pretende tomar por asalto la Universidad a la que le incomoda la defensa que de ella hace el rector

Lea: «Cártel de jubilados» promueve nueva «Ley del Caos» para la UAS 

Perversamente, Ernesto Hernández Norzagaray pretende culpar a lo que él llama la “alta burocracia” de la UAS a lo que él considera un “abismo salarial” con los profesores de asignatura y lo considera una bomba de tiempo. Dice: “Puede ser el pivote que salte en medio del debate legislativo sobre la reforma universitaria. El malestar está ahí. No puede haber una buena Ley Orgánica sin que tenga efectos en la seguridad laboral del personal académico y administrativo, la promoción por méritos académicos (…)”.

Exacto. No puede haber una buena Ley Orgánica sin que tenga efectos en la seguridad académica y laboral. Eso ya está dicho. Y lo recalca Norzagaray tratando de enfocar el tema a otro asunto que no es el primario. Es el quid del asunto: las autoridades Universitarias reclaman más recursos para elevar los salarios de toda la planta de trabajadores. Exige a las autoridades federales el reconocimiento de plazas y otras prestaciones a que tienen derecho los universitarios. La respuesta de la SEP y la SHyCP es siempre la misma: “no hay más recursos. Retiren la jubilación dinámica”. Una y otra vez funcionarios de ambas dependencias federales insisten en que la UAS no tiene por qué pagar la jubilación dinámica cuando ya los jubilados reciben su pensión-jubilación del IMSS.

Norzagaray desvía la atención, le saca la vuelta al problema real en la UAS que provoca recurrentes crisis financieras al alma mater: los mil 500 o mil 700 millones de pesos que la Universidad gasta en sus jubilados. Norzagaray no toca a fondo ni por encimita del problema porque no le conviene: el mismo es jubilado. Goza de una pensión o sueldo íntegro mensual como jubilado o pensionado de la UAS de 45 mil 895 pesos, cantidad a que se le suma a la pensión que recibe del IMSS que pasa de los 35 mil pesos mensuales.

Quienes promueven iniciativas de reforma a la Ley Orgánica de la UAS, entre ellos Ernesto Hernández Norzagaray, meten en una encrucijada a los jubilados universitarios y los colocan en un estado de «indefención legislativa», pero desvían la atención para no despertar la inconformidad de los jubilados. En su “calidad” de crítico dueño de la Norzagaray repite y repite los mismos calificativos contra quienes no opinan igual que él y le restregan la verdad en su cara. Cobra por algo que no rinde frutos.

Esta semana el rector Juan Eulogio Guerra Liera, en nombre del Consejo Universitario, de nuevo salió en defensa  de la autonomía universitaria para disgusto de quienes se frotan las manos y acarician la idea de tomar por asalto a la UAS, con una reforma a su Ley Orgánica que sólo se lograría con la abierta intromisión en las actividades sustantivas del Congreso del Estado y un atentado de este poder a la autonomía de la institución.