Los rectores militantes del PRI y los odios de Hernández Norzagaray

Es comprensible y saludable que se impida el ingreso de políticos de todos los partidos a los establecimientos universitarios, no únicamente en la Universidad Autónoma de Sinaloa, la que furibundamente es atacada por los amanuenses del PRI, sino también en la UdeO, la UAIS, la Universidad Pedagógica, el Cobaes, el Conalep y el Icatsin.

No es gratuito que el acuerdo tomado por los Consejos Académicos zonales de la UAS, y que se trata ya a nivel del Consejo Universitario, para impedir que las aulas o el campus de la UAS sea tomado como foro político, lastime las malévolas intenciones de quien pretende instalar en el alma mater la anarquía.

La decisión universitaria de no permitir el ingreso de candidatos de ningún partido político generó malestar entre los políticos que nada más se acuerdan de la UAS cuando hay elecciones y molestia entre los periodistas alineados al PRI, que tienen en su “haber comunicativo” más de una década de ataques y calumnias contra la UAS.

En la determinación de privilegiar la cátedra, la academia, la ciencia, la tecnología, las artes y la cultura, en vez de la política, Ernesto Hernández Norzagaray encontró una nueva coyuntura para fustigar a la UAS y llamar al doctor Juan Eulogio Guerra Liera, rector militante. Obvio. Porque no milita en el PRI, porque no se somete a los caprichos o presiones del “particular” Manuel Clouthier ni de Morena.

Eso sí que duele, sí señor, le duele a Ernesto Hernández Norzagaray, por lo tanto desprende el calificativo de rector militante a Juan Eulogio Guerra Liera. Pobre de alcances y de vocablos refleja Norzagaray.

¿Juan Ramón de la Fuentes y José Narro y otros ex rectores de la UNAM que pisaron el umbral de la candidatura del PRI a la presidencia de la República que calificativos le merecen a Ernesto Hernández Norzagaray?

Es comprensible que en la UAS se privilegie la academia, la enseñanza. Positivo sería que en las otras universidades e instituciones de enseñanza pública se tomen acuerdos similares. Quizá lo hagan. Tal vez si tal vez no. Todo depende de la “línea” gubernamental.

Si nos ajustamos a la pobreza de términos de Norzagaray, la rectora militante del PRI de la UdeO, Sylvia Paz Díaz Camacho, simula no percatarse de las posiciones que toman, ahí, adentro de la institución, operadores del tricolor para impulsar candidaturas de ese partido.

La rectora militante del PRI de la UAIS, María Guadalupe Ibarra Ceceña, goza de la cercanía con el “poder tricolor”, que la impuso en esa posición, y se apresta también a entrarle a las campañas. La instrucción es apoyar con todo a Mario Zamora, Martha Tamayo Morales y otros candidatos.

El rector de la Universidad Pedagógica, Miguel Ángel González Medrano, le apuesta al triunfo de los candidatos del PRI. En su militancia y activismo está el mover a la institución a favor de los candidatos tricolores.

En el Cobaes, el director militante del PRI y yerno del ex gobernador Jesús Aguilar Padilla, Sergio Mario Arredondo Salas, de larga memoria, afina la estructura a favor de los candidatos del PRI. En el norte mantiene como operador a Policarpo Infante Fierro.

Melchor Angulo Castro, director militante del PRI del Conalep, que no fue tomado en cuenta ni para diputado ni alcalde, no se desilusiona y sigue en campaña, pero ahora para quienes son impuestos candidatos tricolores a puestos de elección popular.

El doctor Francisco Frías Castro, militante del PRI con disfraz de “independiente”, pone a retozar sus estrategias políticas porque será ahora el Icatsin desde donde apoye las aspiraciones tricolores de sus compañeros de aventuras y desventuras.

Se duele, con rencor y amargura, Ernesto Hernández Norzagaray, de lo que él llama un rector militante en la UAS y  considera la decisión de los Consejos Académicos, que ya es tema del Consejo Universitario, como “declaración parcial” de Juan Eulogio Guerra.

En su furibundo ataque contra la UAS Norzagaray recurre a las mismas difamaciones que antes y aunque se ha dicho defensor de la Universidad, de su autonomía, recuerda que en la institución se ha impedido hacer campaña en las aulas, principalmente a su “gallo independiente” Manuel Clouthier Carrillo.

A los profesionistas que simpatizan con quien él odia, Héctor Melesio Cuén Ojeda, los califica de “candidatos universitarios”, e inventa el modelo viejo, el de la universidad del caos que el alentó en el pasado, para sostener las falsedades en su artículo, volviéndose a poner al frente de una conspiración difamatoria contra la UAS que, confiesa, “se está llevando a cabo por medios electrónicos, a través de las redes sociales”, en computadoras y Smartphone.

Se duele que la UAS no pierda oportunidad para contribuir al desarrollo político de estado y que pese a sus criticas sea una de las mejores universidades públicas del país, que no ha cerrado las puertas a que en lo externo, fuera de los recintos del alma mater, con madurez, con civilidad, se convoquen y organicen debates de ideas y proyectos sobre los problemas nacionales y estatales.

La posición de los Consejos Académicos en voz del rector Juan Eulogio Guerra Liera ha provocado simpatías de partidos, coaliciones y candidatos de todos los niveles, no así de quienes intentan aprovechar la coyuntura electoral para intentar desestabilizar a la casa rosalina.

Pobre Ernesto Norzagaray. Su visión es tan obtusa que quiere cambiar la realidad universitaria. Que quiere pintar un negro panorama de una decisión que ha generado simpatías en miles de sinaloenses, sobre todo de padres de familia que están seguros de que sus hijos están recibiendo una educación de calidad y excelencia en la Universidad Autónoma de Sinaloa.

Bueno, en el pasado reciente, Ernesto Hernández Norzagaray nunca calificó de rector militante a Gómer Monarez por ser fiel y filial al PRI, quien ganó fama y fortuna al lado del gobernador corrupto Mario López Valdez.