LA UAS-Caballos de Troya: separar a los siameses

¿Serán capaces los destructores de rectificar?

Es posible, pero es más deseable, que la Universidad Autónoma de Sinaloa se blinde contra la iniciativa de reforma loca y perversa con la que intentan debilitarla, para que persista su fortaleza como aliada y patrimonio de la sociedad y la liberen definitivamente del estigma del pasado donde era rehén de grupos políticos saqueadores.

Sin sanar aún de las cicatrices dejadas por el cañoneo ideológico a la que fue sometida en los años setenta, intentar negar a los universitarios su participación política fuera del PRI, PAN, PRD, PVEM no significa herirla de nuevo sino tal vez perderla.

Hay mucho dolor porque la UAS se abrió a una nueva opción de participación, que permea no únicamente al interior del campus, sino al exterior, en la sociedad misma: el fenómeno causa molestia y miedo en el PRI y en los aliados de gobierno y en quienes desean verla de rodillas para privatizarla.

De nuevo ha comenzado dentro y fuera de la UAS un movimiento perverso, y una “discusión”, armada en las catacumbas, sobre la “importancia”, para una minoría, de adecuar la Ley Orgánica no a los tiempos nuevos, sino a los viejos con el fin de ¡regresar al camino andado!

La visible política partidista en el campus, no afín al PRI, ni al PAN, ni al PRD ni al PVEM, inquieta a quienes tienen nuevos planes de tomarla por asalto, atacando sin ton ni son a quienes se oponen a la destrucción de la Universidad, en concreto a Partido Sinaloense y al líder de este, Héctor Melesio Cuén Ojeda, víctima constate de campañas de difamación.

Tranquilos. A contrapelo de la teoría del inevitable choque brutal entre los críticos de los críticos y el grito destemplado de quienes nada más desean que su voz sea escuchada, y de aquellos que se oponen a la estabilidad de la Universidad, sí existe un escenario factible para romper cualquier atentado a la autonomía universitaria con el cuento de abrir a debate una iniciativa elitista, que quiere ser protegida por los calumniadores que se dicen injuriados y lastimados.

Es en la UAS donde se dan encuentros y reencuentros de ideas y civilidad, debates que pretenden romper con difamaciones quienes se dicen dueños de la verdad y perseguidos porque la Universidad no ha sucumbido a sus intereses y caprichos.

El proyecto político de Cuén, viable en su origen porque puso orden en la otrora anarquía universitaria, no ha topado en ningún punto de inflexión. Es tomado ya como modelo por otras universidades del país sumidas en la anarquía a las que la sociedad les exige estabilidad y desarrollo académico. El ex rector, con el apoyo del pueblo, cuenta ahora con un partido y fuerza política que cuida escrupulosamente.

Presencia que a todas luces niegan deliberadamente quienes pretenden ver al PAS como apéndice de la UAS, sin considerar que en las pasadas elecciones quedó en el segundo lugar electoral -(si no ganó las elecciones fue por el megafraude electoral)-, desplazando al PAN y a otras fuerzas políticas, por la inusitada presencia social y la estructura política electoral armada, con gente de la sociedad civil, en ciudades, pueblos y rancherías.

La reforma universitaria que Cuén implementó hace diez años transitó y transita porque los universitarios y la sociedad quisieron ponerle diques a los cacicazgos políticos que marcaron a la UAS, específicamente en los rectorados de Audómar Ahumada Quintero y David Moreno Lizárraga, íconos locales del comunismo y socialismo de entonces. Se rescató a la UAS del armientismo (Gonzalo Armienta Calderón) para ponerla en manos de una nueva generación interesada en lograr los mejores avances en la academia, la ciencia, la tecnología y las artes.

Cuén ha crecido, pese a las filias o fobias. La historia moderna de la Universidad lo  reconoce como el rector de las grandes reformas institucionales; más, todavía, la sociedad observa, ya no únicamente la presencia de reducidos grupos que tradicionalmente saqueaban a la UAS, sino el surgimiento de otra opción, el PAS, que podría reventar los cacicazgos políticos en Sinaloa.

Las votación alcanzada por el PAS en la pasada elección, sufragios con los que alcanzó el grado de segunda fuerza política, es prueba del apoyo de la sociedad a ese proyecto político con fuertes raíces populares, pese a la censura de sus críticos salidos de las más obscuros rincones de los partidos que se dicen de “izquierda”.

Cuén se ha colgado no una, sino varias medallas. Y puede ir en ascenso, conquistando más méritos. De la UAS deben de separarse, los Caballos de Troya, esos que proponen reventar con una iniciativa “loca” su autonomía universitaria para convertirla en una universidad de los ricos.

No es una utopía que ya dejen en paz a la UAS, aclaremos. El caso de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, que estuvo a nada de perder lo benemérita y lo autónoma bajo la abusiva dominación de José Doger Corte, es un ejemplo de que la UAS ya no debe regresar más a los viejos controles de la “izquierda” y los grupos que hacían de la “revolución marxista-leninista” una pachanga universitaria permanente en detrimento de la economía y su andamiaje financiero.

La iniciativa de reformas a la Ley Orgánica, presentada al Congreso del Estado por quienes en el pasado controlaban a la UAS y que hoy se desempeñan como académicos con amplios privilegios económicos, abre pauta a la discusión  sobre estos grupos atomizados que añoran el retorno a la anarquía. No es el destino que los sinaloenses queremos darle a nuestra grandiosa Universidad, en cuyas aulas se define en gran parte el futuro de Sinaloa.