Amargura, vanidad y dinero mueven en la UAS a Guillermo Ibarra y Ana Luz Ruelas Mojardín

En la película El Abogado del Diablo, Lucifer, caracterizado por Al Pacino, confiesa: “La vanidad es mi pecado favorito”. La vanidad es la “creencia excesiva en las habilidades propias”, es un tipo de arrogancia, engreimiento, una expresión exagerada de la soberbia.

Es ese afán excesivo de ser admirado, amalgamado con la amargura y los fracasos, el que hunde en el descrédito a políticos, intelectuales, artistas y otros seres mundanos.

Esta historia se escribe en la UAS. En la Facultad de Estudios Internacionales y Políticas Públicas. Allí, una pareja dispareja, comparte, nada más, dos comunes denominadores: desacreditar la institución que los ha acreditado y sacarle todo el provecho económico posible.

Hundir por capricho y amargura a la UAS que les ha dado y sigue dándoles todo, incluso el prestigio que han ido, velozmente, reduciendo, tirándolo por las cañerías. Renombre que han remplazado por el lanzamiento de calumnias. Así redactan su destino universitario Guillermo Ibarra Escobar y Ana Luz Ruelas Mojardín.

Esa rara simbiosis, de misoginia y misandria habrían de ser  sostenidos por los delgados hilos de los Sueños de Poder. De las ambiciones personales.

Guillermo Ibarra Escobar “creció” al amparo de la vieja UAS; la del desmadre. Aquella que semejaba un gigantesco antro.

De ahí, de aquel caos universitario, partieron sus primeras elucubraciones por ser Rector de la Universidad. Su proyecto fue echado por tierra por universitarios de avanzada que en menos de doce años han logrado instalar a la institución, por sus altos índices académicos, en el contexto nacional e internacional

Aquella derrota y el rescate universitario desquiciaron a Guillermo Ibarra Escobar. Sin embargo los síntomas de su locura  fueron mitigados al ser nombrado director de la Facultad de Estudios Internacionales y Políticas Públicas por los miembros del Consejo Universitario de la UAS.

Ibarra Escobar elogió, así, por tres años, los avances en la Universidad. Ponderó la vida democrática universitaria y el puntual quehacer del Consejo Universitario en los relevos de directores de preparatorias, escuelas y facultades.

Terminado su periodo en la Facultad, Guillermo intentó perpetuarse en el cargo a través de su pareja: Ana Luz Ruelas Mojardín. No lo logró: el Consejo Universitarios que a él lo llevó a la dirección de la FEIYPP y que en su momento aplaudió le negó el apoyo a Ruelas, frustrando así el proyecto de cacicazgo familiar.

Al recibir la pareja dispareja el revés a sus vanidades y codicias, se vinieron en cascada los desvaríos públicos. Los dos comenzaron a atacar ferozmente a la UAS. Todo lo descalifican. No ven los avances de la universidad. Cayeron en lo que parece ser una ceguera permanente por interés mutuo.

Sus agresiones contra la UAS son ya una campaña sistemática de improperios y de descrédito. Satanizan un día sí y otro también a la institución e intentan hacer creer que son ellos los orientadores de una nueva generación de universitarios.

Los dos pretenden, sueñan mejor dicho, con una modificación caprichosa de la Ley Orgánica de la UAS, para que regrese a los viejos tiempos, para retomar el accidentado caminado andado, añorado el antiguo régimen universitario de desmadre. Paradójicamente aquel que le negó el acceso a Ibarra a la Rectoría Universitaria.

Ambos -la pareja dispareja- raya en la esquizofrenia, con un patrón clínico de cronicidad de una combinación de síntomas negativos (afecto aplanado) y de ideas delirantes, alucinaciones y trastornos formales del pensamiento.

De cara a los avances de la UAS, en sus posiciones mediáticas para infligir daño, mantienen un comportamiento activo pero de una manera no constructiva; ofrecen respuestas emocionales extrañas e inapropiadas, fuera de contexto y asumen discursos sin sentido, con un porte tonto o extraño.

En la Facultad de Estudios Internacionales y Políticas Públicas agitan a los alumnos. Predican sandeces para que se manifiesten contra la UAS y sus autoridades, precisamente al viejo estilo uaseño.

Para el dúo distante nada sirve. La Universidad, pregonan que es una porquería. Pero sí toman o arrebatan beneficios. Si gozan de sus prebendas.

Recientemente esa UAS que no quieren mandó a Ana Luz Ruelas Mojardín a gozar de una beca a la Universidad de Arizona, Estados Unidos.

Ruelas cuenta con 58 años de edad y con 37 años de antigüedad en la UAS. En plena edad de retiro-jubilación bloqueó a otro joven universitario arrebatándole el derecho a la preparación académica en el extranjero, negándole oportunidad de superación a un integrante de la nueva generación universitaria, a la que dicen apoyar.

De la UAS que tanto critican Ruelas Mojardín recibe un sueldo quincenal de ¡23 mil 49 pesos!; 10 mil 23 pesos más de beca de “desempeño” y un financiamiento de 120 mil pesos para proyecto de Oralidad e Impartición de Justicia Legal en la Universidad de Arizona.

¡Ah!, pero la Universidad, a su juicio, no sirve. Pese a que la propia UAS le otorga también viáticos para viajes, conferencias y asistencias a simposium. Es evidente entonces en la Facultad que Ruelas Mojardín busca siempre estar de “estancia académica”, que no le agrada dar clases.

En sí, nada le ha aportado a la UAS. No tiene una línea clara de investigación que le aporte al fortalecimiento de la Facultad donde muy esporádicamente imparte cátedra. De Guillermo Ibarra Escobar y Ana Luz Ruelas Mojardín los académicos tienen la idea clara de que han usado la FEIYPP para su beneficio y que su meta, aparte de intentar crear un cacicazgo en la Facultad, es mantenerse en el Sistema Nacional de Investigadores, por los beneficios económicos que esto representa.

Para su desgracia, sus vanidades los matan. Viven como magnates. Viajan separados por todo el mundo. Creen que nadie se da cuenta de sus deslices. Piensan que engañan a la sociedad y a los universitarios. Sus afanes protagónico y sus gritos de “nosotros somos los mejores”, sumados a sus apetitos de poder, los hunden en el descredito institucional y social.

Lástima… Son ya la vergüenza de la UAS. La vergüenza encarnada.