Mandar a los jóvenes a insultar a la UAS ¡qué vergüenza!

Qué vergüenza. Da pena ajena. No cabe duda de que todavía hay quienes, desde el exterior, le atizan a las cenizas para intentar prender las llamas de aquella vieja Universidad Autónoma de Sinaloa.

Aquella en la que hasta lo imposible se obtenía a base de compra de calificaciones, gritos, amenazas o golpes a los auténticos maestros.

Aquella UAS en la que se atemorizaba o doblegaba a fuerza de alaridos cavernícolas, plantones, cierres de escuelas y anárquicos mítines a los funcionarios de la Universidad.

Aquella universidad plagada de falsos maestros desaliñados, sucios, barbones, enmezclillados, negados a entrar al aula; de apócrifos trabajadores administrativos dedicados a milonga, a la grilla rasera.

Aquella Universidad tomada como campo de fumadero de mariguana o de toma de cerveza a granel. En la que los lidercillos de los “grupos políticos” repartían dinero, organizaban carnes asadas y perennes borracheras para “concientizar” y obtener el voto de los alumnos en las elecciones internas.

Aquella Universidad cuyas aulas y edificios administrativos se caían a pedazos por falta de mantenimiento y modernización; pintarrajeada, sucia, con baños que semejaban chiqueros.

Aquella UAS por donde no se podía ni pasar porque salían chusmas de jóvenes enloquecidos y falsos maestros a asaltar y a hacer desmadre a las calles de la periferia.  

Aquella Universidad que los sinaloenses colocaban como la última opción de estudios y profesionalización para sus hijos.

Llena de verguenza a los sinaloenses el desagradable espectáculo que protagonizó el estudiante -como en los viejos tiempos ¡agarraron a un tonto útil!- Juan Antonio Lara, en las afueras del recinto donde se celebró la sesión del Consejo Universitario y fue reelecto el rector Juan Eulogio Guerra Liera. 

El muchacho iba a lo que iba: a generar caos, a sembrar el desorden y a que filmaran su escándalo. Todo prefabricado. Todo planeando con anticipación.

¿Quién no conoce a Juan Antonio Lara en la UAS? Lara es el clásico muchacho que por sus propia personalidad agresiva, protagónica, es de fácil manipulación por quienes le atizan a las cenizas de aquella vieja Universidad.

Lara no ha aprovechado su enjundia estudiantil para construir. Es un antitodo. No le gusta el modelo académico y administrativo de la Universidad y pretende hacer de la Facultad de Estudios Internacionales y Políticas Públicas un reducto del anarquismo, no de la academia, no de la preparación intelectual.

¿Qué intenciones llevaba Juan Antonio Lara a la sesión del Consejo Universitario? ¡Romper madres! Esa era la consigna que encaja en su personalidad explosiva. Es el escogido para el ejercicio de estos menesteres en la celebración de actos solemnes de la UAS.

El caso de Juan Antonio Lara mantiene lujuriosos de la risa a los enemigos de la nueva Universidad, la de la armonía, la de la excelencia académica y de rendición de cuentas.

Los mantiene felices y le abren espacios en los medios comunicación, los que siempre han criticado a la UAS, para que hable pestes de la Universidad, dedicándoles, de paso, insultantes caricaturas a sus autoridades.

Es la maquinación de siempre: mandar a “alguien” del interior o del exterior a hablar mal de la UAS, uno -a veces dos o tres-que no representa ni siguiera el uno por ciento del universo total de universitarios para luego generalizar en algunos periódicos o en la radio ese ataque, como si esa voz representara la totalidad de los universitarios.

Es un juego perverso en el que encajan los medios que desechan el rigor periodístico y tiran por la borda el profesionalismo para intentar dañar el prestigio de la institución y sus autoridades. Esa ha sido la estrategia “periodística” usada para difamar y calumniar a la UAS y sus funcionarios.

Juan Antonio Lara es usado otra vez para intentar descalificar y destruir a la UAS, paradójicamente su casa de estudios, su hogar académico.

¿Quiénes están felices por los desplantes y amenazas del jovencito Lara? Le atinó: Guillermo Ibarra, ex director de la Facultad de Estudios Internacionales, eterno aspirante a la rectoría de la UAS; el ex morenista Marco Antonio Medrano Palazuelos; el priista “Milky Way”, Jesús Valdez Palazuelos, alcalde de Culiacán; Manuel Clouthier Carrillo, candidato “independiente”, copropietario de Noroeste, y a algunos “analistas” de corte perredista-priista-panista que creen ganar prestigio pretendiendo destruir una Universidad Modelo, orgullo de los sinaloenses.

La demagogia distingue a estos personajes antiUAS. Son especialistas en cambiar el significado de las palabras para  torcer en el imaginario «periodístico» la realidad universitaria.

Qué lástima que Juan Antonio Lara se deje arrastrar por los intereses de personajes que pretenden acabar con la UAS ¡qué vergüenza que se mande a un estudiante a insultar y a pretender desacreditar la casa de estudios que lo prepara académica y científicamente para el presente y futuro!

Le atizan y le atizan a las cenizas para intentar prender las llamas de la vieja Universidad Autónoma de Sinaloa, aquella del desmadre, cuando la realidad es que nadie de los sinaloenses bien nacidos quiere el retorno de la antigua UAS, aquella en la que se movían grupos dispuestos incluso a matar con tal de no perder sus prebendas.